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martes, abril 16, 2024
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Allegro ma non troppo

Lo que no se nombra no existe, decía Foucault, por eso es importante airear lo pendiente, lo que se esconde bajo la alfombra; esa memoria que no se quiere recordar para que no se vea, esas cosas a las que se les echa tierra como a los muertos, como los silencios administrativos, como desviar dinero público… Tupidos velos que ocultan la cara del trabajo sexual, de okupas y rentistas mafiosos, las economías sumergidas, la soledad de las mayores, la escolarización –y la educación- en los suburbios, el trabajo doméstico, el rechazo a las maricas, las tumbas en el mar, las kellys sin cobrar, los crímenes de género… Vaya, que se encargue de los derechos humanos el que venga detrás. Está feo esconder la cabeza bajo la grava, y en este asunto tan delicado, cada vez somos más los que intuimos que nadie va a hacer nada que no consigamos por nosotros mismos e intentar comprender quién es el “Bueno, el feo y el malo”. Parece lógico que el nuevo paradigma, como comenta el colega Úcar, es mucho más difícil que el de la opresión, se trata de la autoconstrucción personal y comunitaria: aprender a elegir a lo largo de nuestras vidas pues en la toma de decisiones es donde el sujeto, sea individual o colectivo, se hace más sujeto. Entonces releo de Carlo Mª Cipolla su Allegro ma non troppo y, en concreto, su tratado sobre la estupidez pues me inquieta, esclavos como somos de esta cultura del enfado y del engaño, averiguar quién es el malvado impostor rodeado de paraísos y guerras, o quién el incauto ingenuo que suele apostar por lo bueno pero tropieza y no lo consigue jamás. Ahí en medio acaban por asomar el fanático deportivo, el militante contra todo, el egoísta desinteresado; ahí en medio puede habitar la incapacidad para ver las conexiones ocultas en una sociedad del riesgo. Hay quien cuanto menos sabe, más cree saber, pero no es lo mismo ser inteligente que listo o tonto, lo primero requiere capacidad de comprensión, visión global y análisis reflexivo.

La libertad nunca ha sido un regalo, es un trabajo muy duro. Por eso nos va a hacer falta recurrir a dinámicas impensables, como decía el gran Panzeri sin caer en las trampas de los que quieren que nos pongamos serios y les sigamos el juego. No vale cualquier cambio, nos hacen falta los justos, y resulta que uno de los problemas de nuestra vida es el exceso, como apuntaba el poeta Néstor Perlongher. Formar parte de una organización no debe significar renunciar a la manera de enfocar y de hacer de cada cual, pero hay que contar con las demás. Por ello, afortunadamente, siguen las alternativas a la burocracia, a los remedios crueles, a las historias de odio.  Necesitamos caminabilidad para apreciar lo normal, lo alentado, lo sencillo. Para llegar a ser un sistema solidario que impida el saqueo y lo sustituya por la protección, habrá que hacer grandes esfuerzos, nos es imposible.

Francesc Reina Peral. Pedagogo

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